
Se camuflan de una manera excepcional, cualesquiera les ve como personas normales, de vida normal y con ideas corrientes, como la de casi todos los humanos. Solo, cuándo exteriorizan sus “sueños”, muestran las garras totalitarias, sus afanes de poder y las intenciones de imponer a los demás sus maneras de vida.
No es extraño que los vecinos los consideren personas corrientes y hasta especialmente educadas, muy atentas y caballerosas, si hasta muestran cierta “solidaridad” por los problemas que afectan al vecindario. El papel lo hacen a la perfección, no crean ningún anticuerpo hasta que tienen poder.
Mientras se postulan a cargos de representación popular, o preparan sus sanguinarias aventuras revolucionarias, siguen siendo personalidades entretenidas, simpáticas, colaboradoras y con sólidos valores de preocupación por los Derechos Humanos, pero, siguen sin tener poder.
Cuando ya han llegado a la cima, sea un cargo de elección popular, sea cargo de raigambre revolucionaria, recién nos comienzan a mostrar su verdadera cara, esa faz llena de soberbia, odiosidades, rencores y una alta cuota de resentimientos sociales. Comienza la siembra de anti-valores.
Con la predica contra lo divino, los ataques contra la familia, la destrucción de la idea de Patria, el control de los trabajos y el manejo de la distribución de alimentos, ya se han asentado en el poder y pueden mostrarse realmente como son, ya no tienen que convencer a nadie.
Y ¿Cómo son?, ciertamente son aficionados a la buena mesa, gustos burgueses, enamorados de muchachas jóvenes, cercanos a la pedofilia, dueños de la verdad, se creen dioses, violentos, se sienten dueños de todo, imponen su justicia, claro son los patrones, lo controlan todo.
La verdad es que la cara totalitaria, esa que tuvimos tan cerca con Allende, la tenemos ahora tan cerca como antes, con las Bachelet, los Lagos, los Viera-Gallo, las Provoste, los Vidal, los Escalona, y algunos otros próceres de un conglomerado que se vende como democratico, pero que actúa como totalitario.
No nos descuidemos, de hacerlo, nadie puede garantizar que el día menos pensado no amanezcamos con todas nuestras libertades conculcadas y un siniestro trapo rojo, con la hoz y el martillo, hayan reemplazado a nuestra bandera tricolor.
No es extraño que los vecinos los consideren personas corrientes y hasta especialmente educadas, muy atentas y caballerosas, si hasta muestran cierta “solidaridad” por los problemas que afectan al vecindario. El papel lo hacen a la perfección, no crean ningún anticuerpo hasta que tienen poder.
Mientras se postulan a cargos de representación popular, o preparan sus sanguinarias aventuras revolucionarias, siguen siendo personalidades entretenidas, simpáticas, colaboradoras y con sólidos valores de preocupación por los Derechos Humanos, pero, siguen sin tener poder.
Cuando ya han llegado a la cima, sea un cargo de elección popular, sea cargo de raigambre revolucionaria, recién nos comienzan a mostrar su verdadera cara, esa faz llena de soberbia, odiosidades, rencores y una alta cuota de resentimientos sociales. Comienza la siembra de anti-valores.
Con la predica contra lo divino, los ataques contra la familia, la destrucción de la idea de Patria, el control de los trabajos y el manejo de la distribución de alimentos, ya se han asentado en el poder y pueden mostrarse realmente como son, ya no tienen que convencer a nadie.
Y ¿Cómo son?, ciertamente son aficionados a la buena mesa, gustos burgueses, enamorados de muchachas jóvenes, cercanos a la pedofilia, dueños de la verdad, se creen dioses, violentos, se sienten dueños de todo, imponen su justicia, claro son los patrones, lo controlan todo.
La verdad es que la cara totalitaria, esa que tuvimos tan cerca con Allende, la tenemos ahora tan cerca como antes, con las Bachelet, los Lagos, los Viera-Gallo, las Provoste, los Vidal, los Escalona, y algunos otros próceres de un conglomerado que se vende como democratico, pero que actúa como totalitario.
No nos descuidemos, de hacerlo, nadie puede garantizar que el día menos pensado no amanezcamos con todas nuestras libertades conculcadas y un siniestro trapo rojo, con la hoz y el martillo, hayan reemplazado a nuestra bandera tricolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario